lunes, 6 de julio de 2009

Hispania

De España.
Cielo limpio y oscuro,
tierra tostada,
y cauces donde corre
muy lenta el agua.
Cristo moreno,
con las guedejas quemadas,
los pómulos salientes
y las pupilas blancas.

García Lorca. Saeta (Poema del Cante Jondo)

A un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme voy. A un lugar de molinos y riachuelos me acerco. ¿Hallaré refrigerio para mi alma sedienta debajo de un árbol en el calor de Sevilla?
Me pregunto, ¿cómo le ira al manco de Lepanto al mover el mouse de su ordenador? ¿Estarán Fernando e Isabel rezando el rosario o musitando el ángelus en medio de edictos papales y hambre de tierras? ¿Sabrá Velazquez que ahora en la red hay muchas meninas, con menos ropas, pero igual de dispuestas a posar?

Quiero ir a Salamanca y gritarle al río Tormes que no necesito pedir prestado nada que natura no me haya dado. Quiero sentarme y oír a Unamuno decir: «venceréis mas no convenceréis»; le pediré que me envíe por correo electrónico el archivo en Word de su discurso para reenviárselo a Pinochet, a Trujillo, a Sadam, y a uno que otro pendejo en este lado del planeta (al Acondroplásico también, me sugiere el Peregrino).

Quiero ir a Barcelona y descubrir la obra de Gaudi, oír hablar el catalán, oler el mediterráneo, mirarlo de frente sin dejar de espiar a Valencia al sur con posición cubista al estilo Picasso.

Quiero ir a Jaén, oír el grito melancólico de una cantaora, quiero que despierte con sus taconazos mis mas íntimos penares, que me acribille ese romancero guitarrista con su trinar de cuerdas como a Roberta Flack su suave asesino.

Quiero ir a Galicia, caminar hasta Santiago, aspirar su olor a sahumerio, sanar las llagas del camino y comer jamón en Lugo. En A Coruña quiero romper los estereotipos, comprobar que el gallego no es tonto y que el mar es la razón de su desvarío.

Si me cansare, ya borracho de Vigo, de Ferrol y de Pontevedra, 'coa vista ao lonxe sin tornar ollos atras', iría a Zaragoza a recostarme en sus pilares; sólo ahí me sentiré seguro.
Si muero de sed, en alguna fuente madrileña me saciaría. Si me cierran las puertas, la de Alcalá se me abrirá. Si de hambre fallezco, de algún madroño comeré. Si España no me recibe, el cielo me acogerá; citaré a Santa Teresa y con angustia exclamaré que muero porque no muero.

Esa es España, la madre patria, por la que somos hijos de puta los americanos. España la de santos y pintores, la de legistas, y escritores. España la que odiamos y amamos, de la que salimos para no volver, hoy rompo esa maldición y a ti retorno, con miedo y emoción. Temo que me llamen sudaca cuando abra mi boca, que me confundan con rumano por mis ojos verdes y mi piel de sol. Temo que me toquen una teta en un tren, me encimen una patada en la cara, y lo adornen con una letanía de insultos.

Déjame entrar España, y prometo no reclamarte el oro que le robaste a los indios, al fin y al cabo fue a ellos y no a mí. Yo vine contigo y mis abuelos participaron del festín. Déjame entrar y hablarte, escúchame, es tu idioma, el que me enseñaste a balbucear de niño, en el que rezo y maldigo, en el que insulto y acaricio. Déjame entrar y mostrarte que soy igual de morboso que tu, que me gusta ver matar toros, aunque de noche no pueda dormir. Déjame entrar y mostrarte que aún voy a las procesiones que remedamos aquí en nuestras montañas, que veo tu liga de fútbol, que me encanta tomar vino con un flamenco de fondo, que compro tus libros y hasta estoy haciendo fila para comprar un billete que me lleve hasta ti. ¿Por qué hemos llegado hasta esto? ¿Por qué me pones en esta situación? ¿Por qué me la haces tan difícil cuando, sirviéndote, vine en tu nombre a conquistar esta tierra de nieves y montañas, de palmeras y mares azules, de especies exóticas y ríos agresivos? Me cago en tu ley, como dices, basta de gilipolleces, si me dejas usar tus palabras. ¡Qué mierda, Madre Patria! ¡Qué putaza de madre eres! Me cago en tu Lorca y en tu Ortega, en tu Pío Baroja y en tu generación del 98, en tu Calderón y en tu herencia que persigue cada vez que me miro en un espejo, cada vez que me llaman Xavier, José, María, López, Hernández, Gómez, y González; cada vez que camino por mis calles y esos balcones me desconcentran y esas torres me lastiman la mirada y esas letras me laceran el intelecto, y me digo: ¡qué gran hijo de puta soy!

Basta. Ya mejor dejémonos de vainas. Me dieron el visado y me voy a España. Pero tranquilos, esbirros de Franco, el Generalísimo: sólo serán 10 días (menos porque deberé pasar por Portugal, a ver qué es lo que tanto dicen).
Vosotros que gritáis '¡país!', os juro que me tomaré unas cañas en Madrid, que me tomaré fotos en Toledo y que si me hacéis un gesto de desprecio, os hablaré en inglés para que me tratéis como gringo. Claro que si ni eso os vale, os mandaré a la mierda en el idioma de Shakespeare: What the fuck is the matter with you little spaniard? get away from me and put your little country up in your ass! Pero no, no será necesario. España es patria de gente noble también, ¿o no, Peregrino?.
Un saludo a mis amigos españoles, a mi familia que vive en España, y a ese gran lugar de La Mancha cuyo nombre siempre recordaré.