lunes, 11 de enero de 2010

Doggie Style

Brasilia (AP). Un avión de la Fuerza Aérea Brasileña que transportaba al presidente Luiz Inacio Lula da Silva no pudo aterrizar el pasado martes en un pequeño aeropuerto del estado central de Mato Grosso. El piloto, quien solicitó el descenso varias veces, comentó que la razón dada por los operadores de la torre de control fue la presencia de tres perros que dormían en medio de la pista. Ja, ja, ja, ja, ja.

Quien me diera esa dicha, señores: dormirme en una pista de aterrizaje a tomar la siesta sin importar que hijo de puta quiera tocar tierra. Quien me diera tal publicidad. Que me anunciara la Associated Press, Reuters, o CNN, que contaran mi osadía, mi petulancia, mi falta de sentido común. Dormirme en la pista de aviones a tomar mi siesta después de haber comido mierda en el almuerzo. Que hablen los comentaristas de noticias de mi narcisismo, que me pongan en el diván y especulen sobre mis carencias, sobre mis puestas en escena en el baño de niño, desnudo, con la toalla en la cabeza, con el cepillo de dientes en la mano y queriendo ser Diana Ross. Quien me diera dormir desapercibido del mundo y sus afanes, de sus locuras y sus pesares, de su frío y su calor, de su exceso o su moral. Quien me diera ladrar a la luna de contento, mover la cola, mearme en la entrada a la iglesia, o cagarme en el jardín de la gran señora. Quien me diera poder dar amor por hueso o por croqueta sin pensar en matrimonio o en cantaletas. Quien me diera ser libre, libre como el viento, aunque sea periodista en Cuba, secuestrado en el Caguán, o mujer en El Sudan. ¡Libre! sin tener que pelear por ello, sin tener que gritar: “Aux armes, citoyens. Formez vos bataillons, marchons, marchons qu’un sang impur abreuve nos sillons.” ¡Libre! aunque piense otra cosa, aunque no siga las convenciones del mundo y sus ovaciones. ¡Libre! como un perro cabrón que invita a dos amigos a echarse una siesta en plena pista de aterrizaje adonde va a llegar el señor Presidente. (Lo que no sabían los operarios del aeropuerto, ni el presidente Lula, ni la guardia brasileña, fue que dos días antes, el perro, al enterarse que venia su excelencia, hizo una apuesta con sus dos amigos a ver quien se atrevía a tal hazaña. El premio: follarse a la French poodle de la hija del alcalde.)

5 comentarios:

  1. ¡Libre! Como la Jerusalén de Milton: el grito de tu alma ardiente Xavier, de la mía, de la de todos aunque no lo admitan.
    Cínico, sin duda, tu texto y no por lo irreverente, sino porque dice las cosas al mejor estilo de aquél que, poniendo Alejandro Magno a su disposición hasta medio imperio, lo único que le pidió al gran rey fue que se quitara para poder seguir dorando sus carnes al sol.
    Un abrazo fuerte, amigo.

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  2. La crítica inteligente siempre es agradecida. Así que gracias Xavier. Me gusta mucho la idea de que los perros hayan logrado joder al poder en tantas dimensiones, planeando, estropeando el aterrizaje y disfrutando el plan. En verdad espero que hayan rematado con la poodle. Qué va! seguro lo lograron.
    Un beso,
    Copo

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  3. Si la capacidad humana se ve reducida, bienvenida sea la capacidad canina.
    Enhorabuena!!!

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  4. Hola, queria invitarte a que agregues tu blog a planetacolombia.com
    es un directorio de webs y nos gustaría que estuvieras.
    saludos

    Diego

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  5. Hola Xavier: como nos tienes acostumbrados excelente tu relato! Y esa oda a la libertad y a los canes 'callejeros' y 'malandras', como diría un tango ... si, realmente muy bueno amigo!

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